Hoy celebramos el día internacional de la mujer. Son tantas las virtudes femeninas para honrar que parece mentira que aún en el siglo XXI pasen desapercibidas en el día a día, aún queda trabajo por hacer.

Soy feminista, sin ser conflictiva.

Mi feminismo es mi trabajo interno para que se refleje congruentemente en lo externo. Creo firmemente que debemos rescatar y sanar a nuestra mujer interna para poder darle un lugar justo a nuestra naturaleza. Para ello también debo rescatar a la niña, la adolescente y la anciana que hay en mi; sanar mi linaje; sanar mi feminidad.

Por otra parte, creo que el reto que tenemos nosotras en esta “temporada” del feminismo es recuperar el equilibrio. No basta sólo con conocer profundamente mi naturaleza femenina -y sanarla-, es necesario reconocer que dentro dentro de mi convive una energía masculina a la que debo honrar, sanar y respetar con la misma fuerza. Debo rescatar las virtudes masculinas dentro de mi también. Reconocer dentro de nosotras ambas polaridades y alcanzar la armonía desde dentro es la única forma en la que podremos desvanecer la desigualdad en lo externo.

Si bien mi aspecto femenino me da la intuición, la ternura y suavidad. Esa cadencia sensual y poder ser persuasiva. Mi aspecto masculino me aporta la dirección, la constancia y la persistencia. Cuando comprendo todas las virtudes dentro de mi y logro sanar, tomando el potencial de cada una y respetando su lugar en mí… Yo gano un poder personal -no poder femenino o masculino. El poder de ser un SER integral. Cuando unifico las polaridades puedo ser soberano de mi propia vida. Eso es lo que nos hace iguales, ya que al verlo en mi lo puedo ver en ti y puedo honrarlo y respetarlo.

Esto no es trabajo solo de la mujer, si no del hombre. Si observamos hoy día la mujer esta creciendo a pasos gigantes mientras el hombre está quedando rezagado, aislado y sin una verdadera evolución. Se ha limitado hacer dinero y construir una “posición”. El hombre se ha quedado en lo externo -a eso también los hemos condenado como sociedad- cuando todos sabemos que el poder se relaciona con el mundo interno, con la sustancia. Y si nosotras, mujeres maravillosas, queremos ser la Reina soberana de nuestras vidas debemos aspirar a un Rey soberano a nuestro lado.

Como mujeres que creamos vida y parimos “hombres y mujeres”, la invitación es al trabajo personal. Somos responsables de nuestra evolución y co-responsables de la evolución del otro. Si aspiramos a la igualdad debemos caminar juntos hacia ella. Por eso, tenemos que ser madres -biológicas o creativas- más conscientes, balanceadas, con amor propio, autonomía material y emocional, libres, creativas, amantes. Y con esos mismos valores, reconociendo nuestra energía femenina y masculina, respetando el lugar de cada una, podremos criar hombre y mujeres conscientes, balanceados, respetuosos, autónomos, felices, libres… que respeten y trabajen sus energías personales. Está en nosotras “criar” el balance en esta sociedad.

El liderazgo femenino es la meta, pero solo lo alcanzaremos cuando podamos trascender y encontrar la sabiduría del amor, amar y respetar el todo sin distinción nos permitirá manifestar un mundo más amoroso y respetuoso de la naturaleza de cada ser. Creo que bien vale la pena luchar por ello. Eso si haría la gran diferencia en el mundo.

En el mes de la mujer, y hoy en su día, les doy abrazo de amor y amistad.

Con amor,

Bea.-