En el día de la mujer yo personalmente prefiero avocarme al potencial femenino más que al problema del feminismo. Enfocarnos en la igualdad solamente es quedarnos a mitad del camino porque para mi la verdadera revolución es desarrollar todo el potencial de ser mujer y, eso nada tiene que ver en ser igual o tener todo los beneficios del hombre. ¡A mi déjenme ser! porque si bien gracias al valor de mujeres valientes hemos alcanzado muchas libertades civiles, la verdadera libertad que debemos alcanzar es la nuestra. Las batallas son internas y es donde debemos liberarnos de los dogmas, creencias, limitaciones, trauma, decepción; pero también es batallar con la falta de autoestima, la vergüenza, el juicio, los celos, la envidia, el resentimiento. Si no le ganamos la partida a los venenos internos y nos vamos reconciliando con nosotras misma es muy poco el camino recorrido hacia una verdadera libertad.

La mujer es la más pura expresión creativa, que por siglos ha sido mutilada y callada. Ya no es tiempo de lamentos es tiempo de creernos, valorarnos, aceptarnos y amarnos totalmente. Mucho camino se ha recorrido y mujeres antes que nosotras dieron -y siguen dando- la cara, se han enfrentado y han pagado un alto precio por su coraje. Siento en mi corazón que la mejor manera de honrar el que hoy tengamos muchos más derechos y libertades dentro de la sociedad -gracias a ellas- es creciendo y liberándonos de adentro hacia afuera.

La sanación de siglos de castrar, opacar, mutilar, atrofiar el potencial de cada mujer no la conseguiremos con una guerra hacia los hombres. Nuestras batallas son cultivar las cualidades que nos hicieron diosas, conquistar dentro el balance de nuestros aspectos femeninos y masculinos, porque ese es el verdadero matrimonio y desde ese espacio nace la inclusión y la igualdad.

Ser mujer es transformar el veneno en un dulce y dorado néctar con el que alimentamos los temores, las dudas y las dificultades hasta convertirlos en fortaleza, ver el veneno como un aliado que nos apoyará en nuestros logros, en nuestro crecimiento y en una mejor relación con nosotras mismas. El poder femenino se expresa cuando una mujer sabe lo que quiere y lucha por ello hasta alcanzarlo. De la misma manera el poder femenino se muestra criando hijos conscientes, responsables, amantes de la vida y de todos los seres vivos. El poder femenino existe cuando somos libres. El poder femenino es cortar con los apegos, la fijaciones y los miedos que son los que realmente nos esclavizan.

La conquista es recuperar el amor propio y aceptarnos profundamente, cuando alcanzamos suficiente autoestima nace al verdadera compasión. La compasión es la trascendencia del amor, es conectarnos desde la incondicionalidad y la aceptación de una realidad sin dualidad, sin evaluar si es bueno o malo, si es más o menos, simplemente ES y su mera existencia es perfecta.

Mírate con compasión en este proceso de reconocerte a ti misma, a tus deseos más profundos, a tus valores reales. Mírate con compasión para poder entregarte todo el amor que tienes para ti, para poder disfrutarlo, para poder fundirte con el todo… pero primero que todo, mírate con compasión para poder mirar a tu verdadero yo y ser libre.