Ayer hablamos de coherencia y de cómo logramos ser coherentes en nuestra vida… Pero ¿qué pasaría si logramos que la coherencia provenga desde el interior de nuestro organismo? Hablemos de COHERENCIA CARDÍACA. 

Nuestro cerebro se divide en dos partes: el sistema límbico (Cerebro emocional) el que controla las emociones y la fisiología del cuerpo; y la otra parte es el neocórtex (cerebro cognitivo) encargado del razonamiento, la atención y el lenguaje. 
El cerebro emocional está compuesto por un conjunto de estructuras relacionadas con las respuestas emocionales, el aprendizaje y la memoria, está orientado a la supervivencia y puede desconectar al cerebro cognitivo en caso de peligro, ya sea real o imaginario.  Cuando nos invaden emociones demasiado intensas que  dominan el funcionamiento de la mente, aparecen los síntomas de la irritabilidad y hasta un ataque de pánico o depresión en casos más extremos. 
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¿Qué pasa en nuestro cerebro?

Estamos rodeados de emociones negativas y positivas, pero ¿Qué sucede en nuestro cuerpo con dichas emociones? 
con las emociones negativas no solo ser acelera el ritmo cardíaco sino que también lo tornan más irregular, convirtiendo el ritmo en un patrón caótico, acelerándose y desacelerándose continuamente. En cambio con las emociones positivas, la variación del ritmo cardíaco se vuelve más regular, este estado regular se conoce como coherencia cardíaca. Esa coherencia entre el cerebro y el corazón equilibra tu sistema nervioso autónomo y facilita el funcionamiento del cerebro, con este equilibrio reducimos la ansiedad y la depresión, descendiendo la tensión arterial y el estimulando el sistema inmunitario.
Cuando los dos cerebros actúan al unísono se complementan: la parte emocional indica la dirección hacia la que queremos ir y el cognitivo busca cómo avanzar por ese camino de la forma más adecuada. 
Trabajando nuestras emociones le estamos dando el mejor medicamento a nuestro corazón. 
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