Así como hemos visto la diferencia entre conocimiento y sabiduría, con la luna menguante veremos claramente por qué el liderazgo es distinto al poder. El ejercicio del poder viene dado por tener una posición privilegiada frente a un grupo de personas o una circunstancia. El poder es transitorio, se puede dar o recibir, entregar o quitar, mientras que el liderazgo permanece en el tiempo, tiene bases más sólidas que están más relacionadas con las cualidades de una persona y su influencia en el entorno. 

Justo este mes que hemos trabajado el afianzamiento de nuestro tercer chakra a través de las disciplinas relacionadas con el color amarillo, la piedra citrino y la meditación, es momento de entender por qué el poder personal, ese que tanto buscamos a través del empoderamiento, no se corresponde con el autoritarismo ni la imposición. Al revés: mientras más sanemos nuestro poder personal y nos hagamos conscientes de él, ejerceremos mejor el liderazgo desde el corazón. 

Un líder auténtico no necesita hacer alardes de poderío, su influencia se siente a través de la “autoridad moral” que le otorga ser ejemplo en su entorno. A un líder se le reconoce a distancia porque no aplasta la iniciativa sino que motiva al logro; sabe tomar decisiones, consigue resultados y es una referencia para su equipo. 

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Cuando nos relacionamos desde el poder (quién puede más / quién tiene la razón) las relaciones se desgastan. Es entonces cuando los niveles de compromiso, así como los de la confianza, comienzan a disminuir.  Nadie confía en la autoridad ejercida por el poder, ya que tiende a desaparecer si las circunstancias cambian en detrimento del poderoso. En cambio, los liderazgos sanos son longevos porque además, el líder se preocupa por preparar a las generaciones de relevo. Esto sólo se logra cuando el líder le otorga el justo lugar a su ego. 

Estamos en el ciclo propicio para revisar cómo está nuestro ego, cuál es nuestra relación con el poder y cómo ejercemos la autoridad, si desde el miedo o desde el liderazgo positivo.

Bea Saez 

BEA METHOD