Me parece mentira que a penas estamos empezando el 2018, no se ustedes pero yo siento que ya tenemos rato en esto. Cosas de la velocidad fast &furious de las misiones maestras. Así que sí, seguimos hablando de la energía del año nuevo, esta vez desde las enseñanzas orientales con el año nuevo chino y tibetano.

El 15 de febrero inició el año del perro de tierra simultáneo al eclipse parcial de sol en acuario -del que hablaremos en otro post-, si necesitábamos reforzar que este nuevo año era un borrón y cuenta nueva pues el universo habló.

Cuando les contaba sobre el año 11/2 les decía de la doble disposición de energía yan que vivimos a través del 11 y de su reto de transformarse en amor (2). Bien, este año nuevo chino también es de doble energía, en este caso de energía tierra. El perro es un animal asociado por naturaleza al elemento tierra y al estar adicionalmente en este elemento -para los asiáticos el elemento en el que está el animal es independiente de la naturaleza del mismo. Es decir, cada animal puede estar en cualquiera de los 4 elementos y eso cambia su energía y lectura- refuerza la energía de tierra para este año.

Si bien todos los elementos tienen aspectos femeninos y masculinos, pareciera que el reto de la estructura que plantea la energía masculina es inminente. Considerando adicionalmente que Saturno estará transitando por Capricornio. Pero cuidado, que el reto no será vivir la energía masculina y de acción, sino vivirla manteniendo la conexión con la sensibilidad. ¡Oh! el mentado equilibrio.

Lo maravilloso de este año es que sin duda tendremos el camino despejado para materializar lo que tanto hemos trabajado emocionalmente -y que tuvo su súper cierre en el eclipse del 31 de enero-, es decir que ya nos dejaremos de tanto “proceso” para finalmente llegar al producto. Un producto que sin duda está vinculado a nuestra nueva versión, una más auténtica y más colectiva -era de Acuario.

¿Pero cómo conectamos con la sensibilidad y el amor con tanta energía yan? disolviendo el pensamiento segmentado donde creemos que ambas energías son incompatibles -que fue el trabajo del tantra ¿recuerdan?.

El perro nos habla de acciones, sencillez y practicidad. Al tiempo que nos habla de compañerismo, de lealtad y de amor incondicional. ¿No dicen que es el mejor amigo del hombre? pues bien, este año sin duda será para nutrir las relaciones verdaderas, sanar la enfermedad rabiosa con la que a veces maltratamos nuestras relaciones y, finalmente, vivir el amor desde la entrega absoluta, en desapego y acción.

El doblete que está jugando energéticamente este 2018 es una energía que sí o sí nos conducirá a tomar decisiones y acción concreta en la materialización de una nueva vida. Una versión más auténtica de nosotros mismos, donde hay más amor de verdad y más noción del otro sin que eso nos reste individualidad.

El 11 para mí son dos antenas, dos troncos que se miran el uno al otro reflejándose a sí mismos. El 11 es mirarnos en cada relación y trascender del espejismo para alcanzar el amor verdadero sanando mi propia esencia consciente de que el otro está allí y también es parte de mi.

Queridos míos, este es el año de las relaciones más leales y de los caminos concretos que conducen a nuestra abundancia interior y exterior. ¡Es la tierra! vamos a sembrar nuestros nuevos destinos. ¡Es ahora!

Con amor,

Bea.-