La numerología es una disciplina que me gusta mucho para revisar la energía de los años calendario, básicamente porque es una herramienta que nos permite identificar la misión que colectiva e individualmente tendremos.

2018 será un año particular ya que la misión será 11/2, una de las dos misiones maestras que considera la numerología pitagórica. Es decir, un año de maestría.

En este camino de la consciencia la maestría no la vemos como un título de la nobleza, inalcanzable y de sangre azul. Al contrario, es la sabiduría que despertamos en cada prueba superada con aprendizaje y disolución de nuestros propios venenos.  Por eso 2018 es un año para convertirnos en maestros, y nadie puede enseñar lo que no sabe así que sí, la maestría la obtendremos en esa área de nuestra vida que hemos tenido mayores experiencias conflictivas o de aprendizaje muy importante.

La misión 11/2 plantea un equilibrio que nos reta como individuos a ser líderes de nuestra propia vida sin olvidar la existencia del otro.

El 11 es la energía yang duplicada (del 1): liderazgo, dirección, foco, energía vital, inicios, proactividad, ambición. “El origen”, sin la unidad nada existiría.

Mientras que el 2 (número que se esconde detrás del 11) es la esencia de la energía yin: cooperación, relacionamiento, coexistencia, convivencia, amor, maternidad-paternidad, dualidad, sensibilidad. También considerado “la chispa divina”, se dice que el némesis es el origen de la vida.

¿Cómo podemos trabajar ambas energías en un mismo año? Queridas, la respuesta es compleja por eso sólo lo resuelven los maestros.

El reto de 2018

Si en 2017 renacimos aceptando nuestros nuevos deseos, sueños, creencias… en 2018 debemos abrazar nuestra complejidad y la naturaleza compuesta de nuestro mundo.

Un año 11/2 nos reta a conseguir el equilibrio, que más que un cliché es la personificación de la “armonía perfecta del universo”. Una en la que tenemos la fuerza de SER, encaminados a nuestra misión de vida y libres de patrones sociales limitantes, siempre conectados con el amor divino y en plena armonía con el planeta y quienes nos rodean.

Se lee lindo. Ahora make it happen!

¿Por qué este año es la maestría del amor? porque para SER necesitamos mucho amor propio y para ESTAR en armonía con el universo necesitamos mucho amor divino (o conexión profunda con el otro).

Seremos maestros cuando consigamos la justa medida del amor propio sin convertirlo en un ego abrasivo, al tiempo que abrimos nuestro corazón completamente sintiendo y siendo amor en/para nuestro entro entorno -sin convertirlo en sumisión-.

Así que ya saben, a tomar consciencia de la misión de este año y atajarnos con consciencia en la manifestación de nuestra naturaleza en perfecta armonía con el universo.

Con amor,

Bea.-