Durante años he querido conectarles con la luna a través de cada fase tal y como está en el cielo, así era más fácil engañar a la mente para abrirnos a sentir la energía.

Recibimos 2019 con otra consciencia y ya podemos ir más adentro sin necesidad de un estímulo externo. Esa es mi invitación de este año -preparándome, además, para un 2020 de revolución total-, sentir cada fase lunar prolongadamente para poder explorar su ritmo y experimentar su oportunidad, su desafío, su promesa.

Este año trabajaremos una fase lunar por trimestre, comprendiendo también que los ciclos de la vida no necesariamente son volátiles y que podemos vibrar/trabajar con una energía por períodos de tiempo indistintos al mundo externo. El trabajo de sincronicidad con el tiempo real nos apoyará aún más en el proceso si tenemos conciencia del ciclo que en el mundo interno se desarrolla ¿me cachan?

1er trimestre: Let’s FEEL the plan!  

La concepción de occidente hace que naturalmente Enero abra un año calendario buscando la renovación de la energía, las metas, los planes. Pero no siempre es así, porque un plan sin estructura es tan inútil como un plan sin corazón.

La gran mayoría de las frustraciones con las “metas” proviene de un estado ilusorio donde planificar está entre el 21 de diciembre y el 6 de enero, o en una lista mensual que miro cada vez que voy a hacer la próxima El caso es que no tenemos presentes nuestras intenciones constantemente y aunque nuestra alma va haciendo su trabajo, es más fácil evadirnos si estamos desenfocados.

La otra razón quizás la han escuchado mucho e internalizado poco, las metas más difíciles son las que NO responden a nuestros deseos profundos, a nuestro corazón. Si no vibramos con nuestras metas, el camino más que un avance se convertirá en un peso y el compromiso real nunca existirá.

Es por esto que quiero comenzar el año con la potente y reflexiva energía de la luna nueva. Una luna que siempre nos obliga a ir adentro para encontrar la luz, ir adentro para encontrar lo que nos nutre, de lo que estamos hechos, scanear nuestra propia energía.

Cuando nos conectamos con la luna nueva tenemos la oportunidad de sintonizarnos con nuestro mundo interior y desde allí planificar la construcción del exterior.

Si algo siento -y escucho/veo- que ya aprendimos es que over-working is not sexy anymore, así que entre la nueva versión que hemos ido construyendo y la claridad de lo que no queremos,  entramos en un período de planificación para manifestar la vida que sí queremos.

Para ello, tendremos que atravesar un proceso de individuación que nos invita al fortalecimiento interno. El año lo iniciamos desde nuestra médula, nuestra verdad desnuda, así que este trimestre el trabajo es entrar en la acción silente y enraizada para CREAR algo nuevo. Hemos vuelto a nacer, con más conciencia, con la energía integrada, con autenticidad. Estamos creando con sabiduría pero sin eminencias.

El invierno y la luna nueva son ciclos introspectivos, y aunque muchos creen que por estar estos tres meses sin planetas retrógrados no tiene sentido la individuación, realmente es lo contrario. La bendición de tanta energía directa es perfecta para ponernos las pilas pero con nosotros mismos. Conectarnos de verdad. Planificar desde lo que somos realmente. Sentir lo que en realidad queremos.

La luna nueva es una luna activa, nos invita a planificar en tabula rasa -donde ya estamos gracias al trabajo de los últimos dos años- y con la energía del turquesa es crear desde la curiosidad y la avidez de un niño. Al final es nuestro nuevo YO el que está en su etapa infante, creando con entusiasmo, con temores, con aprendizajes y curiosidad esa nueva vida.

Ya no somos los mismos, ya no podemos creer en intenciones etéreas y sin compromiso, ni en metas por obligación o tendencia. Nuestro plan debe ser completo, un producto de la integración y madurez alcanzada> factible y sentido.

La integración de ambas energías es lo que hace sustentable un plan de vida, o la vida misma. Dejemos de pensar en complejidad y comencemos a pensar en integralidad, en nutrir nuestros procesos y hacerlos tan ricos como la meta.

Preguntarnos quién soy yo en cada meta, cada paso, cada proceso. Entender que la integración no es sólo de energías duales sino de nuestros “cuerpos”> físico, emocional, mental y espiritual. Somos uno y desde esa integridad es que crearemos con completa sincronicidad, autenticidad y amor.

Ese es el reto del primer trimestre crearnos con bases fuertes, bases de amor.

 

Con amor,

Bea.-