“En la oscuridad descubres una dimensión de ti mismo que nunca viste”

Caterina Notargiovanni

La mayor parte de nuestra información -deseos, sueños, apegos, intenciones, emociones- se encuentra en el reino de la “oscuridad”, el inconsciente, esto no es nuevo. Lo mismo pasa con las cosas que percibimos a través de los sentidos: sentimos y dejamos de sentir de acuerdo al nivel de desarrollo -y libertad- en el que los tengamos y nos perdemos, así, de un cúmulo de sensaciones. What a waist! Los sentidos son nuestro principal medio para sentir y vivir el placer. Pero ¿que pasa cuando uno solo de esos sentidos reina sobre los otros? ¿dejamos de sentir otras sensaciones, otros placeres? Sin duda.

La vista, el sentido más preciado por muchos, es nuestro acceso inmediato a las cosas bellas de la vida y a las no tan bellas. Con ella nuestra mente accede a toda clase de percepciones en cuestión de segundos. En parte, actuamos y vivimos de acuerdo a nuestra capacidad de ver. Sin embargo, ¿qué pasaría si de repente dejáramos de ver? O para no ser tan extremistas ¿qué creen que aprenderían de ustedes mismos siendo ciegos por 1 hora? A lot!

De hecho, este es un ejercicio realizado en el Instituto de Ciegos de Milán llamado “Diálogo en la oscuridad” en el que te adentras en un recorrido de una hora en oscuridad total en espacios, colores, texturas y sonidos de la vida cotidiana. El recorrido -que no cuenta con obstáculos mayores al de no ver- es guiado por una persona no vidente y, por supuesto, tu bastón.

La idea de este ejercicio era que las personas aprendieran a experimentar la vida con los cuatros sentidos para así descubrir todas las dimensiones de la oscuridad y lo que esta tiene que revelarnos. Cosas que han permanecido ocultas dentro de nosotros, maneras de razonar, formas de actuar, de ser y sentir:

“Salen a la luz tus prejuicios y tus limitaciones, tus miedos, tu torpeza. Se te hace evidente lo poco que cultivas tus restantes cuatro sentidos …Te retiras confuso, pero con una certeza: la oscuridad te abre los ojos”

Caterina Notargiovanni

La oscuridad nos abre los ojos de la misma manera como ampliar nuestros sentidos nos facilita acceder al abanico de sensaciones que dejamos de percibir cuando nos limitamos a uno solo de ellos. Lo mismo pasa cuando nos enfrascamos en un problema y no podemos ver la big picture.

Al amplificar nuestro espectro receptor de sentidos nos abrimos como una flor a la luz, al agua, al polen, a la tierra. Recuerden que estamos en un viaje en el que descubrimos cómo amarnos, cómo sentir pasión, cómo vivir con conciencia y placer ¿y cómo lo vamos a hacer con un solo sentido? Por eso les digo:

“¡Ya basta, olvídate de ver, siente!”