Qué momento tan increíble estamos viviendo. Me permito hablar de ello hoy.

Mi intención es traer a la mesa lo que hemos manifestado como sociedad y como individuos esta semana, en las elecciones presidenciales de EEUU. Se cayó el velo y por varias horas hemos sido testigos de cómo la sombra se revela en sus diferentes “presentaciones”. ¿Y ahora qué? ¿es el fin del mundo? ¿cuál es el drama? Se ganó y se perdió, como en toda elección. Algunos celebran otros lloran. ¿Quién tiene la razón? ¿qué es correcto, moral, justo…? hay mucho sobre la mesa y, quieras o no, tú eres parte de todo esto. No tenemos vía de escape porque somos y seguiremos siendo co creadores de cada realidad, acto y deseo.

Si partimos de un todo, nada es del todo bueno y nada es del todo malo; mejor aún nada es permanente y tenemos que lidiar con esto. Lo impermanente y la ignorancia son las causas del sufrimiento, dijo Buddha. Todo es impertinente porque en el cambio se encuentra la creación, la transformación y la evolución como seres humanos. La ignorancia no es peyorativa, muy al contrario es la aceptación de que yo no se todo porque no es asunto de razón si no de consciencia.

Solo en la totalidad cabemos todos, desde esa consciencia podremos ser humanos. Porque ser humano es respetar los principios sagrados de la misma existencia y, allí no existe credo porque todos los credos son uno. Elevarnos en la cresta de la ola no es escaparnos de nuestras responsabilidades, no es salvarme yo sin importar el otro. Subirnos a la cresta de la ola es poder estar por encima no sólo de las circunstancias sino por encima de cualquier condicionamiento sea cultural, religioso, racial, de género, económico, moral. Es poder estirarnos y romper paradigmas cuestionándonos profundamente hasta reconciliarnos con nuestra humanidad.

Respeto profundamente las razones personales e individuales que se han expresado estos días de un lado y otro, pero mi invitación es que no nos quedemos mirando la punta del dedo en vez de la luna. Que si eres excluido no excluyas, si haz sido refugiado no condenes al otro, si fuiste inmigrante no rechaces ni niegues al que llega, si eres pobre no blasfemes al rico y si eres rico no niegues oportunidades al pobre. Todos somos uno y todos somos espejos de todos. 

El camino del medio mi esposo me dijo que no existe. Yo pienso todo lo contrario, porque no es un problema externo es un asunto interno. Cuando tomamos responsabilidad de nosotros como seres humanos y comprendemos que cada acción, cada pensamiento, cada aspiración puede ser en beneficio de todos los seres vivientes -incluyendo animales y el planeta-, entonces estaremos caminando por el camino del amor, la compasión y la libertad. Considerar al otro, considerar al todo, ese es el “medio”.

Cuando las cosas se ponen sobre la mesa es para tomar acción, sin engancharse y sin evadir. Es discernir, informarnos, educarnos, aclaramos. Es traer a la luz nuestros miedos, nuestras dudas, es abrir o romper el techo de la inconsciencia y acceder a un nivel más alto.

Como mujeres creamos vidas y somos nosotras las que sembramos las semillas de consciencia, principios y valores a nuestros niños que serán los hombres y mujeres libertadores del mundo futuro. Es nuestra responsabilidad como mujeres levantarnos muy alto, purificarnos y transformarnos, porque es en nuestras manos donde está el futuro, un futuro que has gestado dentro de tu vientre.

Como mujeres estamos en el deber de sentarnos y hablar, de confrontar ideas, de estudiar y aprender de cada uno, de tus necesidades pero también de tus fortalezas, debilidades, de tu sabiduría. Somos mujeres y desde que existimos como mujeres tenemos un poder que ningún hombre puede superar. El poder creador, el que puede generar no solo igualdad y equidad en el mundo, sino también balance, paciencia, generosidad, empatía, amor, liderazgo, inteligencia emocional. Al levantarnos nosotras ya tenemos más posibilidades de encontrar el camino del medio, especialmente en estos momentos la historia.

Let’s talk girls, que no sea solo en tiempo de elecciones. Hablemos de todo, estiremos la barda y ser mejores mujeres. Aprendamos juntas, estudiemos, enseñemos algo de cada experiencia, de tus creencias, desde tu cultura, desde tus realidades. Sí amigas, hagámoslo juntas porque está en nosotros el poder de gestar y formar -por encima de todas las diferencias- a los futuros seres humanos.