Y luego de un mes de desafíos y sin lunas llenas llegamos a una que nos habla, finalmente de manifestaciones.

Febreo fue un mes que nos confrotó, de ahí que en mi grupo vip de Facebook siga hablándoles de confrontar patrones para poder deslastrarnos de ellos. Marzo, por su parte nos llamó a ir adentro, reflexionar sobre nuestros planes, decisiones y límites. Todo un ciclo perfecto para identificar el estímulo de nuestras incomodidades (febrero) y profundizar en ellas (marzo y sus retrogradaciones) para poder manifestar lo que somos ahora (abril).

El nuevo año astrológico siempre nos inyecta la energía necesaria (y un poco más) para poner en práctica el plan anual. Este año, que ya les he dicho mucho sobre su poder manifestante, no podía ser diferente. ¿Pero qué lo hace especial? Un estelium en Aries que lidera el revolucionario Urano y que nos hecha a andar después de un año en el que las relaciones fueron pan de cada día (Júpiter en Libra). Sin embargo, ahora Júpiter está en Escorpio (y retrógrado), la configuración está dada para REvisar y pasar por la lupa de la autenticidad todos esos vínculos (nuevos o no). ¿Por qué? Porque ya no somos los mismos y no podemos relacionarnos igual que antes.

Por ahí leí que esta luna llena termina de hacer visible esos cambios en las relaciones, TODAS las relaciones. Funciona como un upgrade de software y hardware. Internamente hemos cambiado y externamente vamos a manifestarlo, si somos diferentes nuestras “aplicaciones” tienen dos opciones: o se actualizan para seguir funcionando correctamente o se eliminan porque son obsoletas y ya no nos entendemos con ellas.

Esta luna llena es esa última actualizanción expresa que nos permitirá detectar lo que es compatible con nuestro nuevo yo y lo que no, especialmente en nuestras relaciones (porque se da en el signo libra). El mensaje es que no podemos obviarlo, no podemos voltear a otro lado… it’s time queridas!

Deja de sostener lo insostenible, la transformación es inminente.

¡Feliz luna llena!

Con amor,
Bea.-